Los síntomas más frecuentes son: temblores, rigidez, lentitud de movimientos e inestabilidad postural (síntomas motores clásicos).
Los síntomas motores clásicos también pueden aparecer en otras enfermedades (Síndromes parkinsonianos secundarios y/o atípicos).
Existen tratamientos farmacológicos y no farmacológicos (actividades, programas de intervención) que mejoran los síntomas y la evolución, pero no curan la enfermedad.
El objetivo de todos los tratamientos es mejorar la calidad de vida del paciente y mantener su autonomía el mayor tiempo posible. En todas las fases de la enfermedad podemos «hacer algo».